sábado, 11 de junio de 2011

Guardianes.

Todos tenemos uno. Siempre ahí, estoicos, inamovibles. Pilares de aspectos de nuestra existencia.


 
Pero a veces hay que dejarlos ir.
Por suerte, la posibilidad de nuevos referentes siempre está. La memoria puede ser traicionera, pero hay sensaciones que no se olvidan.

jueves, 2 de junio de 2011

Decisiones y destinos.

Decidir qué hacer siempre nos representa un desafío.
Elegir es un desafío.
Acerca de eso, 
acerca de las decisiones: Construcciones sin tiempo, propias del azar, pero vividas diacrónicamente.

No saber qué depara hace la creencia en el destino. ¿Acaso lo hay? Sí y no.
No hay destino escrito, externo a uno mismo. De eso puedo "dar fe".
Y digo "dar fe", justamente, porque el tema del destino refiere a lo religioso, a lo determinado de antemano, a la existencia de una causalidad infinita que recae una y otra vez en el dicho: "Todo pasa por algo".
¿No es esto sólo un intento desesperado de dar sentido a nuestra existencia? ¿De tapar ese tremendo agujero, que no parece llenarse con nada, que es el para qué vivimos, por qué existimos?

Yo lamentablemente adhiero a este cuestionamiento. Y digo lamentablemente porque preferiría hundirme sin pensar en este "todo pasa por algo", pero no me es posible. 
Porque mi idea de destino es otra.

Sí creo que existe lo "destinado", en el sentido de que dentro de cada uno de nosotros habita cierto camino impuesto, ciertos designios, algunas cuestiones que juegan en nosotros para que tomemos tal o cual decisión. Pero justamente, son caminos. No destinos inesquivables. Uno, por suerte, tiene la posibilidad de desviarse de lo ya establecido, del trayecto que tiene adelante pero que fue obra de un otro, tomar una alternativa.
Es de esta manera en que uno deja de lado un "destino ya escrito" para hacer historia, su propia historia. Y con ello, la vida gana un tremendo sentido.